

Los radares fijos
Los radares fijos son los más comunes y los que llevamos viendo toda la vida. Estos radares se encuentran instalados en cajas metálicas fijas, en el margen de las carreteras y además cuentan con señalización que avisa a los conductores de su presencia. Estos radares miden la velocidad en el punto en donde se encuentran ubicados y pueden funcionar en ambos sentidos de la marcha.
Radares de tramo
De la misma forma que los radares fijos, estos radares de tramo se encuentran instalados de forma permanente en la carretera, pero, a diferencia de estos primeros, se encuentran en dos puntos separados, uno en cada extremo del recorrido. Estos radares no miden la velocidad a la que circula el vehículo de forma inmediata, pero son capaces de analizar la velocidad a la que ha ido el vehículo debido que calculan el tiempo que el vehículo a tardado en recorrer la distancia que separa a ambos puntos.
Radares móviles
Los más temidos y los más odiados. El principal temor a estos radares es que no tienen obligación de encontrarse señalizados y pueden cambiar de sitio con facilidad, sorprendiendo a aquellos conductores que superan la velocidad límite en un momento determinado.
Velolaser
Estos radares tan polémicos se instalan en trípodes o vehículos y son capaces de multar en las peores condiciones climatológicas posibles. Al ser tan pequeños, son prácticamente indetectables y sirven para medir velocidades de entre 30 y 250 km hora.
En cascada
Olvídate de frenar antes de un radar para luego reanudar la marcha, ya que estos radares en cascada se combinan con los radares fijos para saber si el conductor ha hecho trampas.
En helicóptero y dron
Radares que acompañan estos vehículos voladores que debido a la altura a la que vuelan pasan desapercibidos al conductor y que son capaces de multar desde el aire.
De cinturón
El uso de estos radares es para poder observar si el conductor lleva puesto o no el cinturón y por lo tanto, emitir la multa pertinente.