El fabricante japonés, como es costumbre en toda su gama, monta en el nuevo Legacy la tracción a las cuatro ruedas. Esto, unido a la incorporación en sus propulsores del diésel de 150 CV con un excelente rendimiento y unos consumos muy moderados, ha provocado un incremento en las ventas de casi un 50% en lo que llevamos de año con respecto al mismo periodo del año anterior.
El Subaru Legacy resulta un vehículo muy fiable y rutero gracias a un centro de gravedad situado muy cerca del suelo, a la tracción total, a un elevado nivel de seguridad y a sus motores de cilindros opuestos (bóxer). Es un coche pensado para devorar kilómetros sin descanso y sin cansancio para sus ocupantes.
Sale a la venta con dos motorizaciones: un bóxer de gasolina con 2 litros de desplazamiento y 150 CV de potencia, y un diésel con igual cilindrada y potencia. Los consumos van desde los 8,5 litros del gasolina a los 5,9 del diésel y las emisiones son de 198 y 156 gramos de CO2 por kilómetro recorrido respectivamente. Los dos modelos se ofrecen con una caja de cambios manual de seis relaciones, si bien el de gasolina puede montar una automática Lineartronic, un cambio de variador continuo con convertidor de par.
Cómodo y muy espacioso se ofrece con carrocería berlina y familiar. La nueva generación ve aumentada su longitud (6,5 centímetros) y su distancia entre ejes (8 centímetros). Lo que en el caso de la versión familiar hace aumentar su espacio de carga hasta los 486 litros en configuración normal.
Subaru ha mejorado los refuerzos laterales de la carrocería y ha colocado una estructura delantera que desplaza el motor hacia abajo en caso de choque frontal. De serie dispone de una gran batería de airbags de última generación incluidos los de cortina y protección de rodillas.
El Subaru Legacy se ofrece con tres niveles de acabado: Premium, Limited y Limited Plus. Los precios arrancan en los 28.580 euros del acceso de gama y van hasta los 30.080 del Premium diésel. La versión familiar cuesta 2.000 euros más.
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